Aunque esté en alemán, merece la pena ver a la jovencísima Anne Sophie, tocando con ese amor a la expresión, esa concentración en pedirse lo mejor de sus sentimientos, empatizando con cada elemento de los que intervienen en la ejecución musical, dedos, manos, arco, vibrato, sentido del Lenguaje de cada frase, como si hablase cada célula musical, aquí podeis ver, que la música puede medirse, pero no es la medida, tiene pulso, pero no va dando golpes, se vibra en el violín, pero no es mecánico, se siente pero no es histérica.
Una maravilla para disfrutar, breve, sí, pero una estrella fugaz tambien lo es y a veces nos pasamos tiempo mirando al cielo, para poder decir que vimos una.
El Profesor: Diego Fernández.
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